Creador escénico. Su trabajo se gesta en la escena de la danza madrileña de finales de los años ochenta, junto a las coreógrafas Blanca Calvo, La Ribot, Olga Mesa o Ana Buitrago, con quienes actuó como intérprete en sus inicios. Incapaz de obviar las estructuras que definen la situación teatral, su trabajo como autor pronto se enmarca en la llamada danza conceptual de comienzos de los noventa, y se distingue por aunar una gran capacidad autorreflexiva con el humor y el delirio propios del poeta que, jugando con el lenguaje, crea una nueva realidad, a veces claramente ficticia y, otras, extremadamente real. Vive y trabaja en Berlín.