Una de las características menos conocidas del ADN, la molécula que guarda nuestro genoma, es que se encuentra continuamente vibrando como la cuerda de una guitarra. Y del mismo modo que existen notas musicales, el ADN muestra oscilaciones de diferentes frecuencias que dependen de su secuencia de bases. Solo en los últimos años, tras un gran esfuerzo teórico y experimental, hemos empezado a comprender que estas vibraciones, como cuando en un baile la orquesta comienza a tocar, son el punto de partida de procesos tan importantes para la vida como la copia y la transcripción a proteínas de la información genética.
En colaboración con la Fonoteca Nacional de México